Se trata de una tarta con un suave dulzor gracias a las fresas, acompañada de una cremosidad envidiable que le aporta el mascarpone y el queso crema.
Ingredientes:
- 160 gr de galleta tipo María
- 70 gr de mantequilla
- 400 ml de nata líquida
- 300 gr de queso crema
- 250 gr de queso mascarpone
- 200 gr de fresas
- 160 gr de azúcar
- Zumo de 1 limón
Preparación
Forramos un molde desmoldable con papel de horno y lo dejamos listo para colocar la masa.
Trituramos las galletas con un robot de cocina o mediante la ‘técnica de la abuela’.
Esta consiste en colocar todas las galletas en una bolsa de plástico y triturarlas con la ayuda de un rodillo.
Mezclamos las galletas con la mantequilla, que debe estar a temperatura ambiente y calentamos la mezcla hasta que se funda la mantequilla, y quede una base más o menos compacta.
Extendemos la masa sobre el molde y lo dejamos reposar.
Lavamos todas las fresas y reservamos 4 para la decoración final.
Troceamos las fresas y las colocamos en la batidora, añadimos el zumo de limón que le aportará ese toque cítrico que muchas amamos en los postres.
Trituramos todos los ingredientes en la batidora hasta conseguir una textura de salsa que tenga ese ligero color rosado que ofrece la fresa.
Vertemos la salsa en otro recipiente y lavamos el vaso de la batidora, y la secamos.
Ponemos en la batidora el queso crema con la nata líquida y el mascarpone. Batimos todo hasta que se fundan los ingredientes y consigamos una mezcla homogénea.
Añadimos el azúcar poco a poco. Dosifica la cantidad, dependiendo de cuan dulce te gusten los postres.
Incorporamos a la mezcla anterior la salsa de fresas para aportarle color a la crema y con esta elaboración terminamos el relleno.
Vertemos el relleno de mascarpone y fresas sobre la masa previamente colocada en el molde.
Reservamos en el congelador durante 3 horas como mínimo.
Una vez pasado ese tiempo decoramos con unos trozos de fresas, y volvemos a meter en el congelador un mínimo de 3 horas antes de servir.
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