Os presento una receta de postre muy sencilla y con la que triunfaréis ya sea en una comida familiar, en una comida con amigos o en la merienda con los más peques de la casa.
Ingredientes:
para la base de galletas
- 240 gr de galletas
- 75 g de mantequilla
- 1 cucharada sopera de azúcar
para la crema de chocolate
- 250 gr de chocolate negro para fundir
- 1 l de leche entera
- 2 sobres de cuajada de 12 gr
- Pepitas de chocolate para decorar
Preparación
Picamos las galletas lo más finas posible. Nosotros lo hemos hecho con una batidora de vaso pero si no tenéis se puede hacer envolviéndolas en un trapo de cocina y machacándolas con una cuchara o algo pesado; no queda tan fino pero sirve exactamente igual.
Untamos la base del molde con una capa muy fina de mantequilla y derretimos el resto usando el microondas, así es más rápido.
Mezclamos la mantequilla derretida con el azúcar con una varilla manual y añadimos las galletas trituradas. Integramos todo hasta que tenga el aspecto de una pasta y la repartimos sobre la base, presionando con la ayuda de una cuchara o con los dedos. La metemos a la nevera durante media hora.
Del litro de leche que vamos a utilizar separamos unos 200 ml aproximadamente. En ellos disolvemos los dos sobres de cuajada hasta que esté bien mezclado. El resto de la leche (800 ml) se echan a un cazo y se ponen a hervir con 50 gr de azúcar.
Troceamos el chocolate (cuanto más fino quede mejor se fundirá). Lo añadimos a la leche que tenemos en el cazo. Removemos a mano con la varilla hasta que obtenemos una crema homogénea y suave.
Añadimos la cuajada diluida en leche y seguimos removiendo hasta que hierva durante 4 ó 5 minutos. No debemos dejarlo más tiempo pues si no la crema de chocolate se quemará. Retiramos del fuego y dejamos que se temple en el propio cazo.
Vertemos con suavidad sobre la capa de galletas, siempre ayudados de una cuchara para que no caiga forme un agujero.
Una vez listo la dejamos enfriar en un sitio fresco y por último la metemos en la nevera un mínimo de 4 horas. Esta tarta está mucho mejor de un día para otro.
Un poco antes de servirla, la sacamos de la nevera. Desmoldamos con la ayuda de un cuchillo para separar la base de galleta sin que se rompa.
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