Crujientes y deliciosas, son de esas recetas, sencillas y humildes, pero llenas de sabor, que pasan de generación en generación, y que vale la pena mantener en los recetarios familiares.
Ingredientes:
- 420 gr de harina de trigo
- ½ cucharaditas de levadura en polvo
- 90 ml de aceite suave
- 30 ml de agua de azahar
- 2 huevos
- Sal
- ½ limón
- Aceite de oliva
- 200 gr de azúcar
- 4 cucharadas de miel
Preparación
Cascamos los huevos en un cuenco y los batimos. Sin dejar de remover, vamos añadiendo el aceite suave, el agua de azahar, una pizca de sal, el zumo del limón exprimido y 30 ml de agua, y seguimos batiendo hasta que obtengamos una mezcla de textura cremosa.
Tamizamos 400 gr de harina junto con la levadura en otro cuenco y vamos añadiéndolas a la mezcla anterior, poco a poco, mientras removemos hasta que se integren por completo.
Enharinamos la superficie de trabajo, volcamos la masa obtenida y la trabajamos con las manos; la doblamos por la mitad, le damos la vuelta y volvemos a doblarla.
Repetimos la operación 3 o 4 veces más para que coja aire.
Dividimos la masa en 4 o 6 partes iguales y pasamos un rodillo por encima de cada una de ellas para dejarlas lo más finas que sea posible; las cortamos entonces en tiras de unos 4 x 30 cm.
Ponemos al fuego una sartén con abundante aceite y lo calentamos. Introducimos una de las tiras sujeta a las púas de un tenedor y vamos enrollándola a medida que la vamos friendo.
Cuando la hojuela esté bien doradita, la retiramos y dejamos que escurra el exceso de grasa sobre un plato forrado con papel absorbente; repetimos con el resto de las tiras de masa.
Calentamos 100 ml de agua con el azúcar en un cazo hasta que obtengamos un almíbar. Agregamos la miel y cocemos hasta darle el punto de hebra; lo notarás cuando al coger una cucharada y dejarla caer desde arriba se forme un hilo fino que se corta y sube.
Retiramos el almíbar del fuego y dejamos que se temple. Luego, regamos las hojuelas y las servimos.
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