Ingredientes:
- 2 k y ½ de manzanas ácidas o de membrillos
- Azúcar
- 3-4 naranjas amargas
Preparación
Pelar lo naranja de las naranjas y cortarlo en juliana.
Blanquearlo en agua hirviente 10 minutos.
Exprimir las naranjas.
Lavar las manzanas o los membrillos –a estos, además, quitarles antes con un paño o papel de cocina la pelusilla que algunos tienen por fuera– y cortarlos en 4 gajos, sin retirar ni las pepitas ni la piel.
En un puchero echar las frutas y apenas cubrir con agua, no añadir más.
Acercar al fuego y, cuando rompa el hervor, bajar la potencia a la necesaria para que la fruta quede en un hervor suave, hasta que se atraviese bien con un palillo y sin que haya llegado a ablandarse demasiado por exceso de cocción, para evitar que salga la jalea turbia.
Retirar del calor, añadir el zumo de las naranjas y esperar a que se temple, no a que se enfríe.
Entre las 4 patas de una banqueta puesta del revés –o en un aparato especial para jaleas, que existe– sujetar atando las 4 puntas de un paño de lino grande.
Debajo colocar un cuenco o ensaladera.
Verter el líquido de las frutas con un cucharón y luego ir colocando las frutas en el paño.
Esperar una noche u ocho horas a que escurra todo el líquido, pero todo, hasta la última gota.
Echar el líquido recogido en un puchero y ponerlo sobre fuego vivo.
Cuando el líquido al hervir suba en espumas, medirlo.
Añadir el equivalente a las 3/4 partes de azúcar y echar las cáscaras de naranja blanqueadas.
Cuando una gota sobre un plato frío no corra cuando se enfría y se incline el plato, la jalea está en su punto.
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