Su textura espesa y dulzor concentrado hacen que funcione casi como una base mágica ya que no cristaliza.
Ingredientes:
- 500 ml de nata para montar
- 400 gr de leche condensada
- 1 cucharadita de esencia de vainilla
- Una pizca de sal
Preparación
Sacamos la nata de la nevera justo cuando vayamos a usarla, ya que cuanto más fría esté, mejor montará.
La leche condensada también debe estar fría si es verano, así nos ayuda a que la mezcla mantenga una buena textura.
En un bol grande, vertemos la nata y empezamos a batir con varillas eléctricas.
Vamos subiendo poco a poco la velocidad hasta que veamos que empieza a formar picos firmes.
No hay que llegar al punto de mantequilla, pero sí que se quede espesa y estable. Esto nos dará la cremosidad en el helado.
En otro bol, mezclamos la leche condensada con la vainilla y una pizca de sal, esta última intensifica el sabor.
Luego, con una espátula de silicona o cuchara grande, vamos integrando la nata montada a la mezcla con movimientos envolventes.
Pasamos la mezcla a un recipiente con tapa. Alisamos la superficie con una espátula y tapamos bien.
Llevamos al congelador y dejamos enfriar al menos unas 8 horas. Lo ideal es hacerlo de un día para otro.
Cuando vayamos a servirlo, lo sacamos unos 10 minutos antes para que se ablande un poco y se pueda sacar con más facilidad.
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